jueves, 2 de marzo de 2017

La revolución de la "Super Bowl" y "Los Oscars" en la publicidad

¿Qué tienen en común dos eventos tan dispares como la Super Bowl y los Oscars? Ambas citas consiguen reunir a millones de estadounidenses frente al televisor reforzando el sentimiento de nación como pocas veces la televisión consigue.

Los anunciantes parecen dispuestos a cuestionarse sus propias reglas y crear verdaderas obras maestras que consigan despertar nuestras emociones. Desde la diversión a la emotividad más profunda, vemos como recurren a todo tipo de historias e incluso celebridades para que los escasos (y caros) segundos de los que disponen para aparecer en pantalla se conviertan en memorables.

Algunas marcas llegan a invertir presupuestos en medios cercanos a los cinco millones de dólares contando con algunas de las agencias más reconocidas y caras a nivel global.  La publicidad en este tipo de eventos ha conseguido casi eclipsar a los verdaderos protagonistas. Las redes sociales se encargan de diseccionar al milímetro las historias y propuestas por lo que las marcas tienen que cuidar hasta el último detalle para aprobar este duro examen. Pero ¿por qué correr tantos riesgos en estos dos días en vez de trabajar sobre las bases que lo hacen el resto del año?


Algunos expertos señalan que la televisión está recuperando su esplendor y cada vez atrae a un mayor número de personas lo que se traduce en audiencias masivas y las marcas quieren ofrecerles propuestas distintas a lo que pueden encontrar siempre.
Pero lo cierto es que determinados analistas explican que no es que durante estos eventos la publicidad sea mejor que en otras ocasiones. El secreto del éxito reside en que en citas como la Super Bowl o los Oscars, los sentimientos y emociones están más a flor de piel que nunca y los usuarios perciben la publicidad de otra manera.
En otras palabras, los creativos y clientes se ven presionados por el temor a no ser lo suficientemente importantes y fracasar en estas grandes citas quedando en los últimos puestos de las encuestas. El fracaso público nunca es divertido y los anunciantes no viven bajo esta presión los otros 363 días del año por lo que dan el 100%.

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